lunes, 21 de enero de 2019

LAS PESADILLAS AUDIOVISUALES DE PRIMUS REGRESARON A MÉXICO



El 2019 inició con el regreso de Primus a la Ciudad de México en una gélida noche invernal

Todas las fotografías son de Francisco Servín / MalfiCo

Dentro de la música como en cualquier arte, al humor es un elemento que muy pocos saben aprovechar. Mientras que algunos optan por la férrea solemnidad, otros se van al extremo opuesto y terminan con chistes simplones que no dan risa. 

Son muy pocos los que, al igual que Frank Zappa, cuentan con un sentido del humor inteligente, mordaz y crítico. Dentro de los alumnos más destacados se encuentra Les Claypool, bajista y fundador de Primus, quien regresó a la Ciudad de México para interpretar lo más destacado de su repertorio.


Como en pocas ocasiones, no hubo una banda abridora. Pese a que la influencia de Primus es bastante obvia en la mayoría de los grupos nacionales que combinan el rock con el funk, resulta muy difícil pensar en alguien adecuado. 

En medio de una sesión de jazz y dixieland proveniente del sonido local del Auditorio BlackBerry, los tres integrantes del combo californiano se acomodaron sobre el escenario y con la amplia experiencia con la que cuentan, se adueñaron del lugar.

Si bien, Les acapara los reflectores por su habilidad en el bajo de cuatro y seis cuerdas, el talento de sus compañeros es indispensable, en especial al momento de improvisar y alargar cada una de sus interpretaciones.


En un extremo de la tarima está Larry LaLonde, de perfil discreto pero bastante efectivo al momento de ejecutar los riffs con su guitarra. El entendimiento que tiene con Claypool es tan fuerte que ni siquiera necesitan mirarse porque cada uno sabe lo que tiene que hace. 

A su vez, en la parte posterior está Tim Alexander, el baterista que ha vencido a la muerte al reponerse de dos infartos. Al verlo tocar parecería imposible de creer que fue apenas en el 2016 cuando enfrentó el ataque cardíaco más reciente. Sin perder el estilo y con la precisión de un reloj, representa la base del trío.

Uno de los puntos que más destaca de Primus es su capacidad de volver cada una de sus presentaciones única e inigualable. Son de los pocos grupos de gran magnitud que se niegan a repetir un setilist a lo largo de una gira y prefieren interpretar canciones distintas y en diferente orden cada noche.


Pese a que el motivo central de su regreso a la Ciudad de México era presentar su álbum The Desaturating Seven, en realidad fue una noche en la que ejecutaron temas de su extensa discografía, muchos de ellos himnos para la llamada Generación X que vivió en su apogeo la década de los noventa.

Dentro de los momentos más destacados de la noche fue cuando Claypool se colocó una máscara de cerdo y junto a un contrabajo eléctrico y un arco ejecutó "Mr. Krinkle", canción que en su momento fue prohibida en MTV. A cada acción corresponde una reacción y en este caso fue uno de los momentos más ovacionados de la noche.

Pero de la misma forma en que un concierto de Primus está dominado por la improvisación, existen algunas constantes que invariablemente siempre ocurrirán. Una de ellas es el obligado intermedio en el que los integrantes aprovechan para descansar y sobre el escenario se proyectan episodios clásicos de Popeye, caricatura que acaba de cumplir 90 años y cuyo humor e irreverencia se puede apreciar en el trabajo del trío estadounidense.


La segunda mitad del concierto trajo todavía más canciones emblemáticas que han consolidado a Primus como uno de los conjuntos más importantes de su generación. Desde "Too Many Puppies" hasta "My Name Is Mud" y pasando por "Welcome to This World" y "Pudding Time". La selección estuvo pensada para dejar satisfecho al fanático más estricto.

Mención aparte merecen las animaciones proyectadas sobre el escenario para acompañar cada una de las canciones. No se trató sólo de un recurso adicional sino que realmente tenían una función específica y se sincronizaban con la música.

Fueron más de dos horas en las que Primus reafirmó que al contrario de muchos de sus colegas, ellos no viven del recuerdo ni la nostalgia. El nivel en su ejecución luce inclusive mejor que en su etapa más prolífica y no muestran signos de envejecimiento.

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