Cuando se habla de stoner rock, todos los caminos nos remiten a Blue Cheer, el conjunto estadounidense fundado en 1967 y que fueron los primeros que, a la psicodelia de esos años, le agregaron gruesos bajeos y una guitarra monstruosa capaz de derretir al oído más arriesgado de la época.
En México, a inicios de la década de 1970, existieron algunas agrupaciones como Medusa y Ciruela que mostraron cierta influencia -de forma inconsciente- del llamado "rock pesado y pacheco" e intentaron emularlo (para mayor referencia se puede consultar el recopilatorio Sounds From Mictlan Vol. 2 - Forefathers of Mexican Stoner Rock 1971-1974 armado por la desaparecida página Stoner Rock México); sin embargo, el mérito a la primera banda de stoner rock que existió en México le corresponde a The Sweet Leaf.
Todo comenzó por los años 91/92 cuando un joven baterista de nombre Fernando Benítez decidió formar una nueva banda (años antes ya había sido parte de los metaleros Raxas y los grindcoreros Acrostic) en la que combinara el blues, la psicodelia y el rock.
Entre sus primeros compañeros de banda estuvieron Miguel "Thrasher" Cortés (que al poco tiempo se salió del grupo) en el bajo y Claudio Arellano en la guitarra.
Las penurias a las que se enfrentaron por ser una banda atípica en el país, fueron demasiadas. Nadie sonaba como ellos y ellos nunca se preocuparon en cambiar de sonido para encajar en alguna escena del país.
En su primera etapa lograron editar un vinyl de 7", un cassette y también grabaron un álbum que nunca salió a la venta. A los pocos años decidieron separarse, pero fue hasta el 2007 que se reunieron para un concierto y, desde entonces, la banda ofrece esporádicos conciertos.
Pero aquí es donde la historia toma un nuevo rumbo. Casi 20 años después de los primerizos ensayos con The Sweet Leaf, tanto Fernando, Miguel y Claudio se han seguido frecuentando; con experiencia de sobra, decidieron armar un nuevo proyecto en el que se retoma el primigenio sonido de la banda pero también se le insertan nuevos instrumentos.
Una diferencia notable es la incorporación de Javier en el didgeridoo, un instrumento musical ancestral y que suele estar más ligado a los ritos espirituales que al rock.
Ya unidos como cuarteto, decidieron adoptar el nombre de una de las bestias nacidas en la mente de H. P. Lovecraft y así fue como surgió Cthulhu.
La primera muestra de su trabajo es un EP homónimo que fue grabado durante un fin de semana en Cuernavaca. Son tres los temas que conforman este material que sólo se editó en un vinyl de 7" color azul y en un pequeño tiraje de 333 copias (las primeras también incluían como regalo un pin).
Desde el primer instante en que uno observa la portada, se intuye sobre la influencia que ejerció Santana, y más específicamente, su álbum debut de 1969. Prácticamente utilizaron la misma tipografía y diseño de portada.
Y para reafirmar la influencia que tomaron del guitarrista tapatío, decidieron abrir su EP con un cover de "Soul Sacrifice", pero ahora con un endemoniado sonido que inicia espumoso y avanza de forma lenta pero constante; es hasta la aparición del didgeridoo y la combinación que logra con la batería, que se transforma en algo cercano a un viaje interplanetario. Seguro el alumno de Javier Bátiz jamás se imaginó que así podría sonar una de sus composiciones.
Le sigue "Wilbur Watheley's Twin Brother", que en realidad se trata de un pequeño intermedio que nos conduce a "Old Ones" (encargada de ocupar toda la cara B del acetato), tema que nos remite a The Sweet Leaf. Es la única canción del material que cuenta con voz, aunque en realidad se trata de furiosos gritos emitidos por el Thrasher hacia un invisible público.
Es de admirar que los músicos aquí reunidos hayan decidido crear una banda con un sonido tan particular en lugar de irse por el camino fácil y repetir lo hecho en el pasado. Ojalá -aunque no es su intensión- y ahora tengan una mejor suerte que con La Hoja Dulce, banda que hizo demasiado por el rock en México y abrió demasiadas puertas, a pesar de ser prácticamente desconocido su trabajo entre la mayoría del público.
Es de admirar que los músicos aquí reunidos hayan decidido crear una banda con un sonido tan particular en lugar de irse por el camino fácil y repetir lo hecho en el pasado. Ojalá -aunque no es su intensión- y ahora tengan una mejor suerte que con La Hoja Dulce, banda que hizo demasiado por el rock en México y abrió demasiadas puertas, a pesar de ser prácticamente desconocido su trabajo entre la mayoría del público.
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