Si en el garage británico de las últimas décadas existe un hombre que se ha ganado un lugar en lo más alto del firmamento gracias a su necedad, perseverancia y trabajo constante es Mickey Hampshire, quien hace casi tres décadas fundó a The Masonics, conjunto que sin importar las modas pasajeras, siempre se he mantenido fiel a su sonido bautizado como Rhythm & Beat que invariablemente recuerda a los primeros años de The Who y su estética mod.
Pero hablar de Mickey es remitirse a una persona que ha dedicado su vida entera a la música y que incluso durante los ochenta formó parte de The Milkshakes junto a Billy Childish. Fue en esa banda que conoció a Bruce Brand, quien con su estilo sencillo pero efectivo de ejecutar la batería se convirtió en su principal aliado musical. La tercia la completa el bajista John Gibbs y de esta forma es que se conforma la actual alineación de The Masonics.
Desde un inicio el trío ha manifestado su pasión por el rock & roll, estilo al que siempre le han sido fiel y su más reciente LP, el décimo en su trayectoria, no es la excepción. Conformado por 14 piezas grabadas en sonido monoaural y editadas por Dirty Water Records, en Obermann Rides Again repiten el estilo con el que se han consolidado como una de las bandas de rock & roll más importantes de la actualidad. A ellos no les interesa experimentar, evolucionar o madurar porque su principal cualidad es siempre sonar igual.
El álbum abre con "I Ain't Hurting For You", una feroz composición marcada por la afilada guitarra de Hampshire acompañada de su nasal voz que hace pensar en una persona que ha pasada varias horas de su vida en las mejores tabernas del Reino Unido. Inmediatamente después inicia "Don't Torment Me", un arrollador tema con un imponente Brand en la batería, quien demuestra por qué en su currículum se encuentran bandas de renombre como los ya mencionados The Milkshakes, además de Hipbone Slim And The Kneetremblers, The Headcoats, Pretty Things, Downliner Sect e inclusive el mismísimo Link Wray.
La fiesta continúa con canciones como "You Don't Have To Travel" y "You're A Stranger", marcadas por su frenético sonido, pero también hay lugar para escuchar piezas más introspectivas como "I'm The Unforgiver", que gracias a su solemne armónica se acerca más al blues estadounidense.
Al final lo que se obtiene es un material duro, seco y bien ensamblado de tres amantes del viejo rock & roll, el que se hacía con la menor intervención posible de herramientas tecnológicas por la sencilla razón de que ni siquiera existían esas facilidades.
Al final lo que se obtiene es un material duro, seco y bien ensamblado de tres amantes del viejo rock & roll, el que se hacía con la menor intervención posible de herramientas tecnológicas por la sencilla razón de que ni siquiera existían esas facilidades.