Con un obligado cambio de fecha, el Festival Aural reafirmó el por qué es uno de los más arriesgados y vanguardistas del país.
Todas las fotografías son cortesía del Festival Aural
Contra el pronóstico de
muchos y cuando parecía que la sexta edición del Festival Aural sería cancelada por los daños del sismo ocurrido el
pasado 19 de septiembre, la organización realizó un trabajo ejemplar para que
todo se llevara a cabo en diciembre y sorprendentemente con la mayoría del
cartel que se había anunciado en un inicio.
De esta forma, el
segundo día de actividades del Festival
Aural estuvo conformado por tres duetos musicales, todos de diferentes
nacionalidades y ligados de diversas maneras al noise, por lo que se prometió que sería la noche más ruidosa del
año.
El Foro Indie Rocks fue el lugar al que de manera paulatina comenzó a llegar
un nutrido grupo de personas, tanto de fieles seguidores que anualmente asisten
al Festival, como de nuevo público que por primera vez se aventuró a dejarse
llevar por las arriesgadas propuestas musicales. En medio del lugar se podía
ver a un inquieto Rogelio Sosa (recomendamos leer la entrevista que le realizamos),
organizador de Aural, quien con sus gafas de pasta saludaba a los asistentes y
ultimaba los detalles del concierto.
La sesión de ruido dio
comienzo con (SIC), un dueto mexicano conformado por el
experimentado Julián Bonequi, con
más de dos décadas de experiencia en el campo de la experimentación musical y
fundador de la plataforma Audition Records, junto al joven Rodrigo Ambriz, quien cuenta con una corta pero interesante
trayectoria. Músicos de diferentes generaciones reunidos con un mismo objetivo:
sorprender a todos los que se atrevan a escucharlos.
Describirlos resulta
demasiado complicado pero en definitiva se trata de un proyecto único en el
país porque no existen otros referentes. Con Bonequi en la batería, por
momentos recordaba a una ceremonia pagana de la que todos éramos partícipes;
por otra parte, Rodrigo se apoderó del micrófono y a través de gesticulaciones
y cacofonías, asemejaba a un scat
combinado de manera bastante obvia con el trabajo de Mike Patton en su faceta con Fantômas.
Julián Bonequi y Rodrigo Ambriz son (SIC) |
Después de la
improvisación de la dupla mexicana tocó el turno para ver al dueto conformado
por el japonés KK NULL junto al
baterista húngaro Ballázs Pandi,
quienes fueron uno de los proyectos que se agregaron de último momento al Festival Aural, después del cambio de
fecha.
Sobra decir que KK NULL, viejo conocido del público
mexicano gracias a su legendaria presentación del 2010 en el ya desaparecido Festival Radar junto a sus compatriotas
Boredoms, levantó fuertes
expectativas en su regreso a nuestro país debido a que se trata de una de las
cartas fuertes del llamado japanoise
actual. Ahora, en formato de dueto junto a Ballázs
Pandi, se encargaron de ofrecer una sesión de música ruidosa y caótica que
combinaba elementos de free jazz con sonidos
galácticos emanados de una laptop y
provocaron que el nutrido público que para entonces ya ocupada casi en su
totalidad la casona ubicada en la colonia Roma, se contorsionara en extraños
movimientos de baile. Con tan sólo un par de pausas, su presentación fue como
estar dentro de un torbellino y viajar al mundo mágico de Oz.
KK NULL y Balázs Pándi |
Después del maremoto
sonoro presenciado, la mejor forma de terminar la sesión fue con la primera
visita de Lightning Bolt a nuestro
país. Pese a que un día antes los organizadores afirmaron que el binomio
estadounidense tocaría a nivel de público como a los propios integrantes les
gusta hacerlo, la realidad no fue así y sobre la tarima del escenario se
acomodaron Brian Chippendale en su
batería y Brian Gibson detrás de su
bajo de cinco cuerdas y lleno de pedales de distorsión.
Para dar inicio a su
concierto, Chippendale, viejo conocido de México porque hace un par de años se
presentó con su proyecto en solitario Black
Pus, se colocó su característica máscara conformada por pedazos
deshilachados de tela y así dio inicio el acto principal ante una audiencia que
mostró su gusto por la música poco ordinaria y su solidaridad hacia el Festival Aural, lo que se tradujo en
casi un sold out.
Lightning Bolt por primera vez en México |
La realidad es que el
sonido de la dupla americana no fue el mejor y por momentos sonaba mal
ecualizado y hueco, aunque previamente todos sabíamos que estábamos ante uno de
los conjuntos de noise y avant garde más importantes del mundo y
no frente a una Orquesta Filarmónica en el Palacio de Bellas Artes.
Desde un inicio se
sintió la furia pletórica de Lightning
Bolt y eso provocó que a los pocos minutos de iniciado el concierto, Chippendale
rompiera una de sus baquetas debido a la furia desmedida con la que aporreaba
los tambores. Debajo del escenario, se vivió un intenso slam como pocas veces es posible presenciar y durante una hora se
pudo atestiguar el verdadero soundtrack
del fin del mundo.
Brian Chippendale y Brian Gibson son Lightning Bolt |
Ya hacia el final, el
dueto todavía realizó un encore y fue
entonces que se pudo escuchar “Dracula Mountain”, tema que aparece en su álbum Wonderful
Rainbow del 2003 y fue el remate de una intensa noche llena de ruido,
caos y distorsión que dejaron como consecuencia fuertes estragos de tinnitus en los oídos de los asistentes
pero que sin duda cumplieron con lo prometido y provocaron la noche más ruidosa
del año.
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