Mientras que la historia ha mostrado que conforme los músicos envejecen suelen adquirir obligaciones como esposas e hijos que les impiden continuar con un estilo de vida acelerado, otros se niegan a cambiar y se convierten en unos eternos adolescentes.
Es por eso que mientras algunos se tardan años en grabar nuevas composiciones y prefieren llevar vidas relajadas en sus lujosas mansiones, otros tienen un matrimonio de tiempo completo con el rock y de manera continua muestran nuevos trabajos.
Dentro de la segunda categoría se encuentra Greg Lowery, una leyenda viviente del punk & roll low-fi gracias a su trabajo que se remonta desde inicios de los noventa con Supercharger, Rip Offs, Infections y Zodiac Killers. La lista es interminable así como la cantidad de lanzamientos en los que ha participado.
Pese a que lleva más 25 años en el mundo del rock, se niega a retirarse y su proyecto más reciente es The Control Freaks, cuarteto complementado por Tim Curry (batería), Jeff Glave (guitarra líder) y Sherrilynn Nelson (guitarra y voz).
El sonido del combo es bastante sencillo de describir. Se trata de rock & roll en su formato más sencillo posible. Aquí no hay complicaciones innecesarias, solos interminables de guitarra ni discursos de filosofía. Mientras más cercano sea a la realidad, mejor.
Pese a que los integrantes ya no son unos veinteañeros, su pasión por la música se traduce en mantenerse activos y con lanzamientos constantes. Mientras que apenas hace unos meses el sello austriaco Bachelor Records les publicó un 7" (recomendamos leer nuestra reseña), ahora llega un nuevo sencillo gracias a la disquera inglesa Dirty Water Records.
Como bien lo explica el título, se trata de una doble carga de odio, sentimiento natural que se ha manifestado al menos una vez en todos los seres.
De esta forma, la cara A contiene "I Hate Your Face", pieza cantada por Sherrilynn con su agresiva voz pero en la que resalta el grueso bajo de Greg. El resultado es la primera muestra de odio del sencillo.
Por su parte, la cara B contiene "Hatelist", otra trepidante composición en la que ahora Lowery lleva el rol protagónico. Sin la necesidad de añadir elementos innecesarios, un par de guitarras, bajo y batería son los únicos recursos que se utilizaron para concretar la pequeña bomba sonora que ataca directo a los oídos.
Con una velocidad bestial, en menos de cinco minutos se termina la dosis de odio, ante lo cual se vuelve necesario volver a escuchar ambas piezas de un grupo que se niega a descansar y es un ejemplo de la verdadera pasión por el rock & roll.
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