Algo extraño pasa en México, es realmente difícil de creer que una banda del calibre y la calidad de Cabezas De Cera (CDC) siga siendo tan desconocida y tan poco valorada. El conjunto nacido en 1995 siempre ha tenido que nadar a contracorriente y sin muchos apoyos, pero después de todo, aquí siguen.
Las estaciones de radio de 'rock' no los quieren porque suenan raro y su música no es comercialmente potenciable; las revistas de música siempre los ignoran; y los sitios de internet pocas veces los mencionan (aunque extrañamente es más fácil encontrar información de ellos en blogs de otros países que en sitios mexicanos). Sonar/ser diferente es algo que no perdonan los medios de comunicación en México.
Recuerdo que la primera vez que escuché a la banda fue hace unos ocho años porque un amigo me los recomendó. La publicidad de boca-en-boca suele ser la más efectiva.
Al poco tiempo pude verlos en vivo y es ahí donde la banda engancha a la gente y se gana a sus seguidores.
Su formación de trío (aunque siempre han considerado a Edgar Arrellín, su ingeniero de sonido, como un miembro más de la banda) de ese entonces, presentaba un sonido innovador y que a muchos nos sorprendía desde el primer momento. No sabías si eso era jazz, rock progresivo, música prehispánica o sonidos creados en otras dimensiones. Y por supuesto, nunca he logrado saber cómo describir su sonido aunque algo tienen de Sun Ra, Gong, King Crimson, Germán Bringas y Jorge Reyes.
Pero fue hace un par de años cuando algo dejó de funcionar internamente y Ramsés (el encargado de ejecutar todos los instrumentos de viento) decidió abandonar la banda para iniciar su propio proyecto musical (Luz De Riada). Muchos supusimos que era el fin de CDC pero afortunadamente nos equivocamos.
Las estaciones de radio de 'rock' no los quieren porque suenan raro y su música no es comercialmente potenciable; las revistas de música siempre los ignoran; y los sitios de internet pocas veces los mencionan (aunque extrañamente es más fácil encontrar información de ellos en blogs de otros países que en sitios mexicanos). Sonar/ser diferente es algo que no perdonan los medios de comunicación en México.
Recuerdo que la primera vez que escuché a la banda fue hace unos ocho años porque un amigo me los recomendó. La publicidad de boca-en-boca suele ser la más efectiva.
Al poco tiempo pude verlos en vivo y es ahí donde la banda engancha a la gente y se gana a sus seguidores.
Su formación de trío (aunque siempre han considerado a Edgar Arrellín, su ingeniero de sonido, como un miembro más de la banda) de ese entonces, presentaba un sonido innovador y que a muchos nos sorprendía desde el primer momento. No sabías si eso era jazz, rock progresivo, música prehispánica o sonidos creados en otras dimensiones. Y por supuesto, nunca he logrado saber cómo describir su sonido aunque algo tienen de Sun Ra, Gong, King Crimson, Germán Bringas y Jorge Reyes.
Pero fue hace un par de años cuando algo dejó de funcionar internamente y Ramsés (el encargado de ejecutar todos los instrumentos de viento) decidió abandonar la banda para iniciar su propio proyecto musical (Luz De Riada). Muchos supusimos que era el fin de CDC pero afortunadamente nos equivocamos.
Este año, los hermanos Francisco y Mauricio Sotelo decidieron darle continuidad al grupo y así fue como nació Hermandad, su quinto álbum en estudio.
Es obvio que el sonido ya no es el mismo; muchas veces se aplica el término 'reinvención' de forma incorrecta pero aquí no encuentro otra forma de definirlos.
El ahora dueto, creó siete temas que de inmediato nos sumergen en un mundo terrenal lleno de tranquilidad. El resultado es el álbum más tranquilo e introspectivo de su carrera.
Es pertinente aclarar que buena parte de la riqueza de su sonido es gracias a la variedad de sus instrumentos. Se apoyan de tambores, panderos, platillos, silbatos, kalimbas, arpa de 12 cuerdas y chapman stick; además de instrumentos que ellos mismos se han encargado de inventar, como el charrófono, la jarana prisma, el armatoste, armonio, entre otros. Un absoluto agasajo para los oídos.
Es obvio que el sonido ya no es el mismo; muchas veces se aplica el término 'reinvención' de forma incorrecta pero aquí no encuentro otra forma de definirlos.
El ahora dueto, creó siete temas que de inmediato nos sumergen en un mundo terrenal lleno de tranquilidad. El resultado es el álbum más tranquilo e introspectivo de su carrera.
Es pertinente aclarar que buena parte de la riqueza de su sonido es gracias a la variedad de sus instrumentos. Se apoyan de tambores, panderos, platillos, silbatos, kalimbas, arpa de 12 cuerdas y chapman stick; además de instrumentos que ellos mismos se han encargado de inventar, como el charrófono, la jarana prisma, el armatoste, armonio, entre otros. Un absoluto agasajo para los oídos.
Y por si no fuera suficiente con la música, un detalle en el que siempre se ha esmerado CDC -y que a muchas bandas se les olvida- es en el empaque de sus discos. Para que la experiencia sea completa, sus producciones siempre vienen dentro de estuches de cartón reciclado o con algún regalo como stickers o rompecabezas.
En esta ocasión, se eligió que el empaque fueran unas placas de madera que se conectan entre sí y son las encargadas de resguardar el CD.
Un punto más para considerarlo como (al menos para mí) el mejor álbum mexicano editado durante el 2012 y que vale la pena escucharlo, pero sobre todo, tenerlo.
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