lunes, 5 de diciembre de 2016

Una noche llena de magia audiovisual: Festival Aural / BESTIA Festival 2016



El pasado 4 de diciembre fue el evento de clausura del Festival Aural y BESTIA Festival, que por primera vez unieron esfuerzos. A continuación compartimos nuestra reseña de lo acontecido.

Todas las fotografías cortesía de BESTIA Festival


Con la idea de que es mejor aliarse con personas que tienen intereses y objetivos afines a ti, en lugar de buscar una competencia insulsa, este año la quinta edición de Aural, festival más ligado a la música experimental y los sonidos indescriptibles; y la cuarta de BESTIA, inclinado hacia el metal estridente y las artes visuales, le pusieron fin a sus respectivas actividades con el cine concierto Georges Méliès, que consistió en proyectar ocho cortometrajes silentes del cineasta francés pionero de los efectos visuales, y al mismo tiempo un ensamble conformado por John Medeski (Medeski, Martin and Wood), Lee Ranaldo (Sonic Youth), Kenny Grohowsky (Abraxas) y Mike Rivard, quienes hicieron su debut como banda para ponerle sonido a la noche.

Desde temprana hora los fanáticos más ansiosos se dieron cita en el Auditorio Blackberry, sitio elegido para el ritual audiovisual, con la finalidad de estar lo más cerca posible de los experimentados músicos. Una vez en el interior del lugar, llamó la atención que a diferencia de la mayoría de los conciertos, aquí no hubo música para amenizar los minutos previos al inicio del espectáculo. Como pocas veces, era posible comunicarse sin dificultad o escuchar claramente las conversaciones de todas las personas de alrededor.

Un poco después de la hora acordada, cada uno de los músicos salió y tomó su lugar en el amplio escenario. Por las características propias del evento, los cuatro quedaron de espaldas hacia el público para poder ver la pantalla gigante que se colocó sobre la tarima y poder iniciar con la velada.


Con una sala oscura y en silencio, comenzó la proyección de L'homme à la tête de caoutchouc, un cortometraje que data de 1901 y que al igual que todos los trabajos posteriores, fue restaurado especialmente para esta noche. Los organizadores trabajaron en cada uno de los detalles, por lo que tanto la imagen como el sonido lucieron y desde cualquier lugar era posible ver la pantalla y escuchar de forma nítida cada instrumento.

Pese a que la improvisación siempre es un punto al que se recurre cuando se quiere musicalizar en vivo cualquier obra, en este caso quedó claro que los cuatro músicos ensayaron y tenían preparadas ciertas partes de cada uno de los cortometrajes, como se puedo apreciar en Le mélomane, tal vez el trabajo en el que mejor brilló la mancuerna sonora-visual en toda la noche.


A lo largo de la noche quedó claro que Medeski era el encargado de ensamblar todos los instrumentos, pues en todo momento sus tres compañeros volteaban a verlo y era él quien se encargaba de marcar el ritmo y la tonada de cada composición. Por una parte, Ranaldo fue tal vez el más libre y pudo moverse por la tarima sin problema, por momentos sacando delicados sonidos con su guitarra y en otras ocasiones golpeándola sin contemplación; en cambio, Kenny en una gigantesca batería y Mike con su estoico bajo fueron los más solemnes y sus movimientos fueron pequeños pero precisos.

Tal y como venía marcado en el programa, se inició con una sesión de cortometrajes a blanco y negro, la cual finalizó con la proyección de Faust aux enfers, la visión con la que Méliès se apropió de la leyenda alemana de Fausto, y que contó con la participación de Nick Shellenberger, cantante de Cleric, quien al estilo de Mike Patton en Fantômas o Moonchild, se dedicó a gruñir y sacar los gritos más coléricos posibles.

Al finalizar se procedió a un breve intermedio e inmediatamente inició la segunda sesión, con los últimos tres cortometrajes de la noche, coloreados de forma artesanal a mano fotograma por fotograma.


El momento cumbre llegó con Le Voyage dans la Lune, el trabajo más conocido de Georges Méliès creado a partir de novelas de Julio Verne y H.G. Wells, ambos precursores de la ciencia ficción. Con magia tanto en la pantalla, con innovadores efectos visuales creados hace más de un siglo, como en el escenario con cuatro reconocidos músicos que jugueteaban con sus instrumentos pero sin perder la concentración que un evento de este tipo requiere, fue la forma perfecta para concluir con dos de los festivales musicales más arriesgados y propositivos que existen actualmente en México.

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