martes, 10 de marzo de 2015

Reseña: Lost Acapulco – Coral Riffs EP (Mostríssimo Records / Terrícolas Imbéciles, 2015)


En la actualidad, hablar de Lost Acapulco es referirse al grupo de música surf más importante de México, lo cual implica diversos aspectos, tanto positivos como negativos; se trata de una banda que polariza y así como tiene miles de seguidores, también cuenta con varios detractores que los culpan de haber llevado el reverberante sonido instrumental a otros públicos. Vamos, los fans mexicanos te perdonan cualquier cosa menos que te vuelvas popular.

A lo largo de sus casi dos décadas de existencia, el cuarteto se ha enfrentado a cualquier cantidad de obstáculos y, contra todo pronóstico, aquí continúan. Todo surgió en algún momento de 1996 cuando un grupo de amigos adictos a la música y a coleccionar discos de los más disímiles estilos, decidieron crear una banda completamente instrumental que practicara un género desconocido –al menos hasta ese entonces– llamado surf. Su primer nombre de batalla fue Bombatomix pero, tras un ajuste de integrantes, optaron por Lost Acapulco.

La primera gran dificultad que afrontaron fue el practicar algo que a todos generaba extrañeza; no había ni público ni escena así que ellos mismos se dedicaron a fabricarse su propio camino y, de paso, cimentaron el movimiento que actualmente parece estar a punto de estallar. Durante sus primeros años, cuando los cuatro miembros de la agrupación portaban vestimentas playeras y todavía no hacían su aparición las máscaras de luchador, era bastante común escuchar entre la audiencia poco informada la misma pregunta: ¿dónde está el vocalista?

Si algo ha marcado la carrera de Lost Acapulco ha sido su interés en nunca estancarse, ya sea a través de colaboraciones con cantantes tan variados como Juanito Wau, Dr. Fanatik o Ely Guerra, o a través de sus EP’s temáticos de halloween y navideños. Pero, en el fondo, siempre han mantenido el mismo objetivo: divertirse mientras componen y, si logran divertir a los demás, pues qué mejor.

Pero, después de transitar por caminos alternos y haber combinado la música surf con diversos estilos musicales –para desagrado de los puristas del género–, parece que Warpig, Crunchy, Reverendo y el Sr. Ramírez decidieron que era momento de regresar al básico –y a la vez complejo– sonido reverberante e instrumental que patentaron agrupaciones como The Bel-Airs, The Chantays y The Shadows. El resultado se materializó en el EP Coral Riffs, que cuenta con cuatro temas propios que muestran a un conjunto sólido que trabaja sin presiones y sin contratos discográficos. Ellos son sus propios jefes y por eso se permiten todo tipo de libertades.

En su más reciente material, el cuarteto se adentró en la forma más pura de la música surf, con melodías cálidas y riffs de guitarra que incitan al dulce movimiento corporal… justo como hacían las bandas instrumentales californianas hace poco más de medio siglo. El tema encargado de romper el silencio es “Coral Riff”, que transporta, sin problema, a cualquier playa gracias a sus guitarras cristalinas que son como sirenas en busca de su siguiente presa; por otra parte, en “Lost Town” se adentran, de forma ligera, en los áridos terrenos del western gracias a su sonido seco que recuerda en demasía a Los Twangers –proyecto alterno de integrantes de Lost Acapulco– o a cualquier película sesentera protagonizada por bandidos sin sentimientos en busca de tesoros en pueblos fantasmas. Como si se tratara de un juego del destino, el siguiente tema es completamente diferente, se trata de “Mercury ‘57” que, tal como lo indica el título, remite a un paseo abordo de un viejo pero bien cuidado automóvil que puede no correr muy rápido pero siempre avanzará a la velocidad necesaria. Por último, suena “Sazanami” que de alguna forma es un pequeño homenaje/tributo al sello japonés del mismo nombre y que es comandado por integrantes de Goggle-A, carismático grupo que ya alguna vez visitó México para una pequeña gira.

Fuera del plano musical, si se observa de lejos la portada del EP, disponible en CD y en una lujosa edición en vinilo color verde de 7” con código de descarga digital, pareciera emular los 100 pulsos de la cubierta del primer LP de Joy Division, pero en realidad se trata de una obra del diseñador Pablo Figueroa que muestra a un surfista dominando las olas del mar al más puro estilo de Richard Anthony Monsour, mejor conocido como Dick Dale.

Y es así, únicamente con un par de guitarras, un bajo y una batería que Lost Acapulco realizó su álbum más “fino” y personal a la fecha, entendiendo esto como un intento por mostrar el sonido de la música surf en su forma más pura y alejarse de la prostitución arrabalera a la que decenas de clones enmascarados han llevado al género en México.


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