martes, 1 de marzo de 2011

MI CRÓNICA DE VATO NEGRO EN MÉXICO

En la actualidad, la libertad creativa en el mundo de la música es algo que parece estar en peligro de extinción.
Ahora todos los grupos parecen estar más preocupados en gustarle a alguien más en lugar de complacerse a ellos mismos.
Grupos clonados, sin identidad, que se visten igual y con las mismas estructuras (verso-coro-verso, canciones de 3 minutos, vocalistas débiles que gimen más que una prostituta de Tlalpan, etc.) en sus temas es lo que abunda hoy en día.
Pero afortunadamente existen las excepciones y Vato Negro es una de ellas.

Vato Negro originalmente era un dueto creado por Juan Alderete con la intensión de crear música del alma hecha a base de improvisaciones y jams.
Sacaron un primer disco titulado Heads en el 2006 y para su segunda producción (Bumpers) Juan decidió invitar a Omar Rodríguez a la banda.
Ellos se presentaron el fin de semana pasado en el Pasagüero y por supuesto no me los podía perder.

Los encargados de abrir el concierto fueron Apolo, joven cuarteto mexicano originarios de Chihuahua y que sienten y transpiran la esencia del rock. Su sonido toma mucho de Led Zeppelin, Steppenwolf y Black Sabbath.
Tuvieron una difícil tarea pero salieron bien librados, el único problema era que a veces el vocalista no alcanzaba los tonos.

Y pasada la medianoche aparecieron sobre el escenario Juan Alderete, Omar Rodríguez y Deantoni Parks para beneplácito de todos.
No hubo mucha interacción con el público y se negaron a usar el micrófono, sólo Omar dice estar muy contento y arrancan con su presentación.
Únicamente con una guitarra, un bajo y una batería crean toda su música, parece fácil pero no lo es.
Son unos músicos de primer nivel, imposible decir cuantas o cuales canciones tocaron, simplemente durante poco más de una hora se dedicaron a improvisar y en cierta medida a "jugar" con sus instrumentos. Omar con su guitarra y sus miles de pedales, por su parte Juan servía de complemento con su poderoso y penetrante bajo, en tanto que Deantoni jamás perdió el ritmo con su batería.
La improvisación en su máxima representación.

El lugar estaba a su máxima capacidad y eso arruinó un poco el concierto, los empujones por momentos eran insoportables y no dejaron disfrutar el concierto como se debe.
Espero que Vato Negro regrese pronto pero ahora a un lugar más grande o con un público más civilizado, lo que ocurra primero.

Parecía que el sueño nunca terminaría pero finalmente todos despertamos cuando los 3 músicos se bajan del escenario. Algunos ilusos piensan que habrá un encore (hay que recordar que The Mars Volta nunca da encores) hasta que ven que comienzan a desarmar la batería y en el sonido del lugar se escucha (¿apropiada o inapropiadamente?) "One Armed Scissor" de At The Drive-In.
The dream is over.

Un poco de lo vivido el sábado pasado:



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